El negocio del robo, un negocio seguro y rentable


Hay un joven de 25 años de la Comunidad Valenciana que multiplica milagrosamente su producción de abejas. Tenia siete colmenas y se iniciaba tímidamente en el negocio. Un año después tenía 300. La última cuenta llega a 600. Esto imposible pero si nos acercamos a la Guardia Civil nos damos cuenta que es más ladrón que apicultor.

El joven, fue detenido por tres. Anotaba en un cuaderno las idas y venidas de la Guardia Civil,

localizaba en mapas las colmenares, identificaba la abeja reina y conocía la rutina de los apicultores. lo hacia por la noche, vendia su botín en el mercado negro. Aún no ha ido a juicio. “La abeja es un robo fácil que mueve muchísimo dinero sin testigos”, Antonio Negreiro guardia civil.

En el último mes, el equipo de Negreiro ha encontrado en apenas dos operaciones 630 colmenas robadas a más de 15 personas, un botín de 100.000 euros. Antiguamente se llevaban algunas, pero ahora se llevan todas, se queja Carlos Muñoz, portavoz de los apicultores, en Comunidad Valenciana. “En 2016 tuvimos 1.800 colmenas robadas. El año pasado bajó y se quedó en unas 1.000, pero este año ya nos han robado 930 colmena".

El enemigo. Está en casa. Los ladrones son en un 90% apicultores. Quieren las colmenas de sus competidores para multiplicar su propia producción a coste cero. Podrían repoblar comprando, pero les resulta más barato robando.

El mercado paralelo también alimenta los robos por encargo y aquí se inmiscuye otro sector. Los agricultores, que quieren abejas para polinizar y multiplicar sus colectas. La forma legal el agricultor alquila las colmenas a sus dueños por entre 20 y 30 euros. Pero por 40 euros pueden comprar una robada en Internet. Tras la polinización, después de días soportando altas temperaturas y pesticidas, la colonia de abejas puede darse por muerta.

El agricultor no entiende de abejas y una vez compradas en internet están llamadas a morir, el alquiler que es la manera legal está en manos de un apicultor, que cada cierto tiempo se acerca a comprobar como están las abejas y si las ve débiles se las lleva y las cambia por otras. Este dato es importante aclararlo ya que es una fuente de muerte de abejas.


Para los robos aprovechan de pequeños delincuentes y drogadictos. a uno "Le habían pagado 50 euros por un robo de 35.000 euros". Los apicultores han agudizado el ingenio, marcan con sus iniciales y número de registro en las colmenas, han comenzado a colocar cámaras, alarmas y trampas contra sus enemigos. Han llegado a instalar hasta GPS en los panales. Pero ahora han empezado a llevar las abejas sueltas, metidas en sacos. Llenan un camión y se marchan sin dejar rastro.

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